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7 de enero de 2010

Picasso II

Cuando en mil novecientos veintidós Kandinsky fue llamado por Gropius para unirse a la Bauhaus, lo único que hizo fue poner en práctica las teorías que se venían gestando desde hacía más de una docena de años. Casi al mismo tiempo que Picasso pintaba sus Señoritas d´Avinyó empezó a desarrollarse el arte abstracto y la teoría de la espiritualidad en el arte.
¿Por qué, entonces, parece como si la única gran revolución de principios del siglo XX hubiera sido el cubismo?
Por varias razones: la primera, porque los cubistas pintaban en París, centro, por aquel entonces, del mundo artístico. La segunda, porque mientras los cubistas atacaban directamente al buen gusto burgués los abstractos ni siquiera eran considerados pintores. Y la tercera, y más importante, porque el jefe de las filas cubistas era Pablo Picasso, esa gran vedette del arte de todos los tiempos.


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