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29 de agosto de 2010

Van Dick

Van Dick, que nació el mismo año que Velázquez, pintó un cuadro de su amigo, el también pintor Martin Rickaert, que me parece un podigio de retrato.

Rickaert era manco del brazo izquierdo.

En el cuadro del que hablamos aparece sentado y vestido a la moda oriental, mira a la cámara con mucho aplomo y apoya su mano derecha en el sillón. Al carecer del otro brazo, en teoría, se debería de compensar la masa de colores calientes de la manga y la mano pintando el blusón rojo que aparece bajo la estola abierto hacia la parte derecha, para conseguir así una clásica composición piramidal.


Pero Van Dick elige hacer lo contrario, y desplaza toda la masa de los colores calientes hacia la izquierda, colocándola en el rectángulo imaginario que produce la diagonal, y dando a la composición una fuerza inusitada que hace que nos sintamos perturbados al contemplar el cuadro.

Ahí radica parte de la genialidad de este retrato (Museo del Prado).

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