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27 de junio de 2009

Serendipity

Suelo poner en la paleta la tierra de sombra y el azul separados, pero el otro día, que tenía la cabeza en otro sitio, los puse juntos. Sin quererlo, una de las veces que trataba de mojar el pincel en la tierra lo hice en el azul, y al aplicarlo descubrí, en esa parte del cuadro, toda una gama de posibilidades que antes no había visto.

Fue un serendipity, expresión que significa "descubrimiento afortunado e inesperado que se ha realizado accidentalmente".

Esta expresión fue inventada por Horace Walpole partiendo del único cuento persa que nos ha llegado de la isla de Serendip, la actual Sri Lanka: "Los tres príncipes de Serendip", escrito por alguien anónimo.

Cuenta esa historia que estos tres personajes siempre encontraban, fortuitamente y gracias a su capacidad de observación, respuestas y soluciones a todos sus problemas.

Hay numerosos ejemplos de serendipitys en la historia: según Umberto Eco, el descubrimiento de América fue uno, o el principio de Arquímedes y algunos de los hallazgos de Einstein, o el dulce de leche, cuyo descubrimiento fue atribuido a una criada que se dejó olvidada en el fuego la lechada (leche con azúcar), y al volver encontró algo que se llegaría a convertir en uno de los principios de identidad de los argentinos.

Con lo magnífica que es esta palabra, que incluso tiene algo de mágica, es imperdonable que alguien, al tratar de traducirla al español, la convirtiera en algo tan vulgar como "serendipia". Propongo borrar del mundo esta malsonante palabra y usar la original: serendipity.



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