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14 de mayo de 2009

El ombligo

Para las religiones del tronco bíblico -judaísmo y cristianismo-, el Dios único creó a Adán y Eva a su imagen y semejanza. Por lógica, estos primeros hombres se diferenciaban del resto de sus descendientes en que no debían de tener ombligo, puesto que no nacieron del vientre de una mujer.
Sin embargo, jamás nadie se ha atrevido a representarlos sin él.


















Adán y Eva de Durero

Los monjes hesicastas de la iglesia griega ortodoxa creían que el centro del alma se hallaba en el centro del cuerpo -el ombligo, nexo de unión con la vida-. Usaban una técnica, la onfaloscopia, mezcla de rezos y respiración, que hacía que se les cayera la cabeza durante la meditación. Por esta causa se los conocía como omphalopsy choi, que traducido viene a decir "observadores del ombligo".

En 1857, el mismo día que se publicaba en Francia Las flores del mal de Baudelaire, el norteamericano F. H. Ludlow publicó The hasheesh eater (el comedor de hachís), libro autobiográfico en el que dió, por primera vez, un nuevo significado a la palabra onfalocéntrico: persona obsesionada consigo misma que se recrea en su egocentrismo.
Es decir, el que en lugar de observar el mundo se mira todo el día el ombligo , que también es rodondo.

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